Desvelados. {Dan Aldridge}

Desde que estacioné mi coche frente al gran letrero del Summer Night Camp apenas había tenido tiempo para recorrer las inmediaciones. Los primeros días me había pasado rellenando papeles y firmando documentos, mientras ordenaba la que sería mi habitación durante el resto del verano. Después había empezado mi labor de profesor. De día había dado clases de guitarra y canto, mientras que de noche me había encargado de monitorear a los estudiantes junto a mis colegas. Sin embargo no me quejaba; los chicos tenían talento, y la mayoría parecían entusiasmados con las clases. Habían muchachos problemáticos, claro, pero por decirlo de alguna forma esos eran casos aislados…y de todas formas tampoco era muy difícil lidiar con ellos. ¿Quién lo diría? Eso de enseñar era bastante entretenido. Así fue como después de casi una semana de labor, tenía la noche libre. Luego de darme una ducha, me puse unos vaqueros gastados, una tennis, y una playera sin mangas, y aún con el pelo húmedo salí hacia el patio central. De no ser por las luces que se reflejaban desde las cabañas estaría todo oscuro; me encogí de hombros, mientras sacaba un cigarrillo de mi bolsillo, y lo encendía con el mechero.
El campamento era enorme. Por un lado estaba el comedor, junto a las cocinas y los baños. Luego estaban las cabañas individuales, y los salones de ensayos. Eso sin contar los campos deportivos. ¡Si que era un sueño! Sin embargo esa noche tenía pensado ir hasta Shark Bay; no quedaba a más de quinientos metros, y me serviría para distendermeluego de tanto jaleo.
Sin embargo, cuando estaba saliendo del campamento, me encontré con una silueta humana cruzando el patio central. ¿Una de las profesoras? Lo dudaba. Seguí a la figura a unos metros de distancia, cubriéndome con los árboles; aún así podía sentir sus pasos acompasados, en un intento vano de pasar desapercibida. Cuando la sombra por se sentó sobre un tronco, pude vislumbrar su cabellera oscura y su rostro de niña. Era una alumna. ¿Quién demonios era el encargado de monitorear a los chicos hoy? Resignado, apagué mi cigarrillo, y me dirigí hacia dónde estaba sentada la joven.
-Señorita- la llamé, cuando me encontraba a unos metros de distancia. La muchacha se dio vuelta, con expresión desafiante. ¿Desvelado o qué?, preguntó sarcásticamente. Chasqueé la lengua en señal de desaprobación; al parecer la insolencia era un problema generacional –Quizás no lo sepa, pero ya han pasado más de media hora del toque de queda- anuncié con voz tranquila, parándome frente a ella. Deliberadamente ignoré su pregunta. La muchacha no debía tener más de dieciocho años; no la conocía, sin embargo me pareció que me había cruzado con ella un par de veces.