Stand By Me {ClaraClapton}

A esa hora de la noche solía estar durmiendo o en su defecto leyendo, ya que me gustaba madrugar, pero esta vez el insomnio y la incomodidad de mi cama obligaron a que mi cuerpo se deslizara entre las sábanas, tomé una campera negra y mis zapatillas john foos también negras que no hacían juego para nada con mi pantalón de ceda rosa que usaba como pijama. Le saqué importancia al tema ya que si me cruzaba con alguien a esta hora estaría completamente borracho y no se fijaría en mi atuendo.

Salir a tomar aire nunca venía mal y menos en esas noches en las que reinaba la paz. Inflé mi pecho con aire puro de naturaleza y escondí mis manos en los bolsillos de la campera. No era una amante del silencio, pero a todos lo viene bien uno cada tanto, y más si eres parte de este campamento.
Miré a mi alrededor cautelosamente y luego saqué una de mis manos de los bolsillos, estiré la manga y quise ver la hora del diminuto reloj que siempre llevaba en mi mano izquierda. Ya saben, por ese estúpido toque de queda, solo comprobaba aunque mucho no me importará, pero el reloj no estaba allí. Bufé y volví mi mano a su antigua posición.

El silencio de la noche era verdaderamente maravilloso, solo se podía escuchar los ruidos de la naturaleza los cuales me fascinaban. Un búho canturreó e hizo que sonriera lentamente, pero no fue lo único que escuché. Al girarme encontré la luz del comedor devilmente prendida, alguien se encontraba allí y no solo eso también estaba cantando. La voz de la persona, del chico especificando, era tan suave que era un placer escucharla. Me moví con esa torpeza que me caracterizaba para captarla mejor y ¡oh sorpresa! una de mis canciones favoritas de The Beatles. Cuando estuve lo suficientemente cerca para escucharlo con claridad, cerré los ojos y dejé que el muchacho hiciera lo suyo, que si me dejan apuntar, era genial. Podría quedarme toda la noche allí, pero en un movimiento soso golpee mi mano con un artefacto no identificado. -¡Auch!- me quejé con fuerza, la música se paro y el muchacho me obligo a presentarme.

Lo dude unos segundos pero al cabo de un rato salí con un cartel enorme de "lo siento" en mi frente. -Lo siento no quería molestarte- dije un poco tímida. -Yo solo, uhm, cantas genial- redoble teniendo una muy mala vista del chico, gracias a la luz y la distancía que no favorecían en absoluto. Miré hacía mi ropa y sentí como la sangre se agolpaba en mis mejillas, nunca más salir en pijama Clara, nunca.

Me relaje al ver que el chico no se molesto ante mi rotunda aparición. Estaba descontracturado lo que provoco que lo emite. Una risita sosa se escapó de mis labios cuando el hizo el comentario. -Pero... ¿qué pasa si soy un vampiro en busca de tu sangre?- levante levemente mi ceja para hacer más énfasis en mi oración pero él no podría verme, por lo cual hice un paso adelante.

Uno y otro paso, pie tras pie, llegué a la mesa donde el muchacho se encontraba, pude ver su perfil bien definido. Era poseedor de unas cejas anchas, que encajaban perfectamente con sus ojos color marrón, pude ver una pequeña mancha en su cuello aunque no estaba segura de que era por que aun cerca la luz era pobre. El chico era guapo, por lo que otra vez me arrepentí de salir en pijama hasta allí.

Temí que pensara mal de mi por que ahora mi cartel de "lo siento" se había transformado en un "hola, te estoy mirando fijo como una maniática". Sacudí la cabeza para dejar que esos pensamientos se escaparan de ella y acepté su invitación, sentándome a su lado. -Es un placer Nate, soy Clara- dije haciendo una pequeña reverencia irónica hacía su dirección.

Mire su guitarra con cautela, yo también sabia tocar pero dudaba ser tan buena como él, por esa razón trate de omitir la data y pasar a otro tema. -¿Eres nuevo o eres uno de esos chicos que no salen de su habitación?- dije achicandome de hombros -Digo, nunca te he visto antes...- repliqué.

Cuando sonrió dejo a la vista unos perfectos dientes blancos que me daban como señal que no era tan serio como venía pensando. -Creo que estas de suerte, hoy no me apetece la sangre de un cantante- dije devolviendo una sonrisa, no era por cortesía, si no por que la suya era contagiosa.

La mesa estaba bastante fría por lo que hizo que me retorciera un poco al contacto con mi piel, trate de disimular que mi piel se había puesto como la de una gallina. Me sentía bastante idiota por tener un pijama mientras él estaba vestido de pies a cabeza como un chico normal. Volvió a hablar e inevitablemente volví a chocar con su mirada. Hablaba con un tono tranquilo como si todo fuera tan natural para él. Estuve a punto de abrir la boca para bromear sobre su comentario pero la última parte hizo que quedará en silencio.

-No mucho, unos meses ¿y tú?- pregunté con un poco de torpeza. Escuche su respuesta y asentí levemente, no me gustaba ese tipo de conversación cuando recién conoces a alguien, se me hacen como un estereotipo o un corriculum, a mi me gustaba descubrir las cosas por mi misma. Me achiqué de hombros para dejar un aspecto tan despreocupado como el suyo aunque sabía no salía. -¿Siempre eres tan tranquilo?- dije de repente arrugando mi frente, cuando lo dije pudo tener un tono grosero pero era mas curiosidad que otra cosa.

Me pareció muy tierna en la forma que se arrugaron sus ojos cuando reía, contagiándome un poco la risa. -En realidad... no mordí ningún cantante, así que ten cuidado- dije guiñándole un ojo, pero no de una forma coqueta si no que más graciosa, ¿quién podía ser coqueto en pijama? nadie.

Nathan se levanto de su lugar y como todo un caballero me ofreció su abrigó. -No hace falta, en serio- me negué con una sonrisa, el chico parecía ser demasiado estructurado, como si todo fuera planeado, aunque su gesto me pareció muy lindo. Él se acercó y poso su abrigo en mi, bajé la vista y encontré mi pijama rosa, definitivamente me lo quedaría. -Gracias- murmure mientras acercaba el abrigo un poco más a mi cuerpo.

Volvió a su asiento y no pude apartar la mirada de él, era demasiado cauteloso para ser hombre, bueno, o eso parecía ser. Asentí ante su comentario, yo también había llegado para esa fecha, así que supongo eramos de la misma camada entrante. Deje pasar el comentario y luego volví a asentir, tal vez no era tan aburrido como aparentaba. -Bueno... además de chupar sangre por la noche, por la tarde bailo- dije sonriendo.

Ahora tenía menos frío y me encontraba mucho más cómoda, salté de mi lugar haciendo un poco de escándalo. Me di vuelta y encontré como había tirado la lámpara haciendo un ruido horrible. -¡Oye! ten más cuidado, nos podríamos meter en un lío por tu culpa- le dije mordiendo mis mejillas para no explotar en risa. -Y no dudaría en decir que me tenían aquí como una rehén- repliqué echándole la culpa del barullo que yo misma había provocado.

La actuación de Nathan era exagerada y muy mala pero eso no era impedimento para que riera. -Haz tu mejor esfuerzo- murmure como para que el no escuchará y rápidamente cambiamos de tema, lo que agradecí.

Yo no era una de las mejores bailarinas del campamento ni nada por el estilo, pero me esforzaba al cien por cien, dando lo mejor de mi. Quise jugar con mi humildad tal y como él lo había echo. -Estas frente ante la mejor del mundo- dije subiendo mi mentón en el aire en señal de orgullo.

Nathan bajó de la mesa imitándome,o y se puso a mi altura, bueno una forma de decir por que me sacaba unas cuantas cabezas de estatura. Estaba aguantado n sonreír para mantener el ambiente serio. -¿Eres capaz de hacer eso?- le pregunté, entrecerrando los ojos y acosándolo con la mirada. Cuando el me desafió, salía otra vez mi orgullo y mis pocas de ganas perder, levante las cejas y me encogí de hombro. -Digo que podría morderte antes que salgas con el chisme- después de hablar di un paso al frente para empujarlo no con mucha fuerza por que como ya dije era el doble de mi. -Yo que tu tendrá miedo- volví a decir, nunca me gustaba que me ganarán y para ser sincera era muy mala perdedora.