Las quemadas no son divertidas || Melanie Edwards

No entendía porque necesitaban llevar gimnasia, no era un colegio. Era un campamento con la finalidad de ayudarlos a mejorar su talento; para ella, y sabía que para muchos más, eso era una simple distracción de su verdadero objetivo ahí: Danzar. Añadiendo, que ni siquiera en el colegio privado donde estudiaba en Irlanda, practicaba gimnasia. Era demasiado, sudabas, pateabas, brincabas… ¿Y para qué? Para nada, obviamente. Todo lo que hacía en gimnasia lo practicaba en el ballet, y de una forma más decente y artística. Y, claro, que el ballet le daría plata en algún futuro… Gimnasia no, porque nadie podría ganar algo de dinero enseñando las tácticas de patear el balón en un juego de futbol. Cherry suspiró pesadamente mientras se recogía el cabello en una cola alta, su pelo caía como cascada un poquito más debajo de los hombros. Una bincha deportiva para finalizar, pues odiaba los pelos en su cara cuando practicaba o hacia ejercicio, y listo. Estaba preparada para la siguiente –nótese el sarcasmo- clase.

La voz de la profesora resonó en sus oídos, indicándole acercarse a ella. Todas las demás alumnas estaban ahí; ese tipo de clases que proporcionaba el campamento, usualmente eran divididas en chicos y chicas. Era algo sexista, pero a Cherry no le importaba. Mejor eso, a que los chicos la golpearan o –peor- la empujaran por un simple balón. Con las chicas, al menos, los juegos eran de par a par. La profesora comenzó a hablar, la chica se limitó a bostezar. Aparte de que era temprano, ahora la señora Brooke empeoraba las cosas con un discurso tonto y aburrido – Escogere a dos chicas para que sean las líderes, y ellas decidirán al resto de su equipo, ¿Entendido? – Todas asintieron. Cherry estaba tan distraída, que ni siquiera pudo darse cuenta de la mala cara que la señora Brooke le ofrecía. Miró a todo el grupo desinteresada, hasta que una chica le indico que vaya con ella. ¿Podría haber sido escogida? Esperaba que no, todos sabían de su poca competitividad y su mala gana para esa clase en específico; aunque de repente Brooke no. De todas maneras, de seguro lo descubriría en aquel juego – Sus líderes serán Campbell y Kamarakov, ¿Entendieron? – Después de un rato de silencio, la profesora continuo – Jugaremos quemadas, así que, chicas… ¡Escojan a su equipo! –

Cherry, de tan buena manera, le ofreció el primer turno a Campbell. Ella, sonriendo insuficientemente, escogió a una de las chicas más deportivas del equipo… ¡Oh, genial! Tal vez estuviera desinteresada en las quemadas, pero había esperado ganar con algo de dignidad. Era su turno. Todas las caras le resultaron desconocidas hasta que, finalmente, se decidió a escoger a una pelirroja a la cual había hablado desde hace unos cuantos años. No eran tan amigas, pero sí eran… conocidas. Y amigas – Edwards, escojo a Edwards -

Era temprano y el día no estaba tan soleado, por lo mismo, además, el sol no parecía tener ganas de salir de su escondite al igual que yo de mi dormitorio, más por la clase que tocaba, no era que no me gustara ni nada, simplemente, esta mañana había amanecido bastante cansada y, vamos ¿A quién se le ocurre ponernos esta clase a estás horas?, lo indicado sería que nos pusieran algo que sea de provecho, por ejemplo, una case que lleve teoría, así, se nos quedaría más grabado, pues en la mañana tenemos la mente más fresca y nos es más fácil concentrarnos y aprender, o por lo menos a la mayoría de las personas.

Al salir de mi cama lo primero que hice fue bañarme y después cepillar mis dientes y mi cabello, era una clase en la cual me movería bastante, entonces, decidí hacerme una famosa cola de caballo, para no acalorarme tanto y poder hacer ejercicio a gusto, porque, era horrible que mi cabello se alborotara tanto, es más, aveces se enredaba horrible. Me vestí y salí de mi habitación, miré el reloj de mi ipod, ya iba bastante retrasada, eso era pésimo, odiaba retrasarme, pero igual, me podría escabullir entre todas aquellas chicas, pues la clase estaba dividida, por suerte nadie notó mi retraso, o al menos eso creía.

Habían elegido a una chica llamada Cherry como capitana y ell cedió elegir a una chica a otra capitana, la cual eligió de la chicas más atléticas, no era de sorprenderse,eso había sido realmente predecible, pero,algo que no lo fue, fue el hecho de que Cherry me eligiera a mi, pues, jugar quemado no era lo mío en lo absoluto. Fui hacia donde Cherry y la saludé con la mano mientras mantenía la vista al frente, viendo a las otras chicas, pues atléticas solo quedaban unas 8 y eramos bastantes.

Obviamente, ganar no era lo que ella quería ¿Pero perder con tan poco orgullo? No, claro que no. Ahora que lo pensaba bien, Melanie no era tan buena jugadora. Sin embargo, no había tenido el privilegio de conocer a otras personas en sus años en el Campamento, y…. Ahí estaba ella. En medio de una posible derrota que manchará su expediente de victorias. Bien, futbol -o lo que sea que fuera el deporte- no era Danza, pero igual no perdería. Asintió en forma de saludo cuando la pelirroja la saludo, Cherry no era de las personas que andaban de allí para allá dando saludos. Apartando el hecho de que ella era reservada e incluso algo indiferente, tenía pocos amigos. No era una opción sino un hecho, y ella ya estaba acostumbrada a eso.

El turno de Campbell volvió, Cherry se quedó viendo el panorama distraídamente. Una que otra vez, posaba sus orbes azules en Melanie, pero de ahí volvía su vista al campo como si le importara muy poco. La verdad, esperaba que la pelirroja jugara bien. Ese sería un buen motivo para compartir clase con los chicos; ellos si jugaban bien. Suspiró resignada cuando le toco su turno – ¿Maya? – Preguntó, tratando de adivinar el nombre de la rubia que la asesinaba con la mirada. Maya era la clase de chica solitaria y ruda, seguro jugaría bien – Vamos, no seas ridícula – Insistió, rodando los ojos ante el comportamiento de la rubia. Ella llegó hasta el sitio arrastrando los pies; ¿Sería competitiva? ¿Sería buena jugadora? Oh, Cherry lo averiguaría en ese juego.

En unos cuantos minutos, cada una de las capitanías había escogido a sus jugadoras. El equipo de la castaña no era tan malo, una que otra de las jugadoras eran buenas. Acomodó la bincha deportiva que se encontraba en su cabello, y giró al campo, dando con la sorpresa de que todas estaban en círculo, mirándola interrogadoramente.