I Need Fabulous. » {Robert Fitzpatrick}

Primadonna girl, yeah. All I ever wanted was the world...
I can't help that I need it all; the Primadonna life; the rise, the fall...

Sin siquiera pensarlo, Annabelle soltó un manotazo directo a su teléfono celular, que en ese mismo instante estaba funcionando como alarma de despertador.
Enterró el rostro en la almohada y lo sintió incómodo, por lo que levantó la vista para observarla y se dio cuenta de que ésa no era su amada almohada de plumas de ganso, sino la que tenía ahora en la cama del Campamento.

La castaña bufó por lo bajo. Llevaba un día en aquel lugar y todo le había maravillado, ¿pero eso? Estaba claro que alguien como ella no conocía ni pretendía conocer una cama standard de Campamento. Supuso que tendría que llamar a su complaciente papi y pedirle que consiguiese traerle una cama nueva como la suya, si es que no era justamente la suya en Francia; pero sí. Por el momento tendría y debería conformarse con ésa.

Tomó el teléfono y miró la hora. Diez y veinte. No tenía planeado levantarse hasta más tarde, pero su estómago rugió exigiéndole algo de comer y recordó que Vivianne ya no estaba ahí para traerle lo que quisiese con sólo levantar un dedo, así que se levantó, se puso un bonito vestido color azul con un lazo marrón, unas zapatillitas un tono más claro que el atuendo y su bolso gris favorito antes de salir de la habitación que compartía con tres chicas llamadas Melanie, Soleil y Kalia.

Caminó por todo el establecimiento hasta que, finalmente, llegó a la cafetería y suspiró aliviada al ver que no había demasiada gente ahí dentro. Se acercó a la barra y pidió un modesto jugo de naranja con un bagel untado en queso cottage y mermelada de arándanos, pero sólo consiguió que le dieran el jugo y una cosa que lo que menos parecía era un bagel.
Al ver su cara de horror, una de las mujeres que estaba detrás del mostrador rió y esbozó una sonrisa comprensiva dedicada para ella.

—Sabe mejor de lo que luce. Créeme, cariño.- Murmuró sin quitar la sonrisa.
—Eso espero.- Asintió Annie dudando de sus palabras.

De cualquier manera tendría que probarlo antes de realmente decir que era un asco, al igual de la manera en la que lucía; pero claro, eso no era para nada fácil cuando de amanecer todos los santos días durante catorce años a unos cuantos cuidadosa y hermosamente elaborados croissants, de repente debía asimilar que ahora estaría en alto grado ligada a tener que comer algo como éso.
Pensó en Ryan y Charity, su novio y su mejor amiga de toda la vida. A ellos seguramente no les gustaría para nada ésto de tener que comer cosas que se ven horrendas. Entonces, creyó oír una vez más la voz de todos nuestros padres advirtiéndonos de que tendríamos que adaptarnos a cosas como esas, y nuestras risas creyendo que todo era parte de un patético plan suyo para que nos quedásemos en casa.

Tomó asiento en una mesa junto al ventanal que le permitía una preciosa y armónica vista del lugar, antes de mirar una vez más el coso y tomarlo con la punta de los dedos para llevárselo a la boca y querer darle un mordisco.

«Por favor, querido ente creador de este mundo, no permitas que muera envenenada siendo tan joven.» Pensó dramáticamente.